LOS GUARDIANES DE FANAL
En las nieblas de Fanal, los árboles se alzan como seres antiguos, cubiertos de musgos que cuelgan de sus ramas como si el bosque respirara lentamente. Vivos, retorcidos, sabios, parecen custodiar el tiempo bajo el manto verde de la laurisilva.
Cada tronco es un mapa de texturas, cada rama una línea escrita por el viento y la humedad. La luz, tamizada por la niebla, crea un escenario suspendido entre el sueño y la realidad.
Fotografiar estos árboles es entrar en un mundo casi mitológico, donde la vida brota de la corteza y el silencio habla en voz baja.